jueves, 9 de abril de 2020

Buenos días

Buenos días.

Relato participante en el concurso #Nuestroshéroes organizado por Zenda Libros.


Luis despierta cada día antes de que salga el sol, lleva muchos años haciéndolo y llegando siempre temprano al almacén donde la empresa de limpiezas tiene guardados todos los materiales que necesitan a diario para realizar su labor. Armado con sus utensilios, su único escudo contra lo que está sucediendo en aquellas calles ahora vacías, llega hasta el lugar donde cada jornada Julián le da los buenos días. No se conocen de nada, pero desde hace algunos años intercambian ese saludo y ya se tienen hasta cierto cariño, y eso que, desde su balcón, aquel viejo, viudo desde hace seis años, alguna vez arroja alguna que otra colilla que después Luis debe recoger.
Pasa la mañana pensando en ese maldito virus que ha hecho que la gente pase la mayor parte del tiempo en sus casas, aquellas calles tan animadas que poco a poco se iban despertando ahora duermen casi permanentemente y el único contacto humano que tiene fuera de su hogar es con aquel hombre que se asoma a su balcón.
El miedo paraliza a Luis al llegar a casa. Sus hijos y su mujer le esperan al final de la jornada, pero le da pánico  enfermar y que ellos a su vez lo hagan. Por las tardes es él quién se asoma al balcón, a las ocho de la tarde, para aplaudir a esos héroes sin capa que, sin haberlo elegido se han erigido como sustento de una sociedad que ha cambiado mucho en poco tiempo, que ha cambiado sin estar preparada para ello, y que mira al futuro con dosis parejas de esperanza e incertidumbre. Él, aún sin saberlo, es uno de esos héroes a los que su barrio le dedica una ovación.
Una mañana más, se levanta. Los días se han convertido en una rutina que se hace cada vez más difícil. Allí está Julián de nuevo, con sus buenos días asomado a su terraza, y todos los días igual, hasta aquel diez de abril en el que no aparece. Pasan los días y lo mismo. En Luis comienza a aparecer la preocupación por alguien a quien apenas conoce. Hasta que un día, se levanta de la cama y no puede ni moverse, todo el cuerpo le duele y arde su piel. Le cuesta respirar y se hace presente el pánico en la cara de su mujer y sus hijos. Más tarde se encuentra en una cama de hospital, casi no logra recordar nada, sus recuerdos han huido como la gente de las calles, solo ve cables, máquina, pitidos y esa soledad que se ha instalado ahora en él.
Pocos días después, la cosa va mejorando y la enfermera le cuenta todo lo que ha sucedido. Si todo va bien, esa misma mañana le trasladarán a planta, donde terminará de recuperarse y desde allí podrá hablar de nuevo con su familia, lo que más desea en ese momento.
Al llegar a la habitación que le habían prometido, Luis siente que cada vez está más cerca de los suyos, quiere volver a casa y salir a aplaudir al balcón. En esa habitación no está solo, cuando gira su cabeza hacia su lado derecho, justo al otro lado de la ventana ve a alguien que le observa desde su cama.
-          Buenos días, dice su compañero.

Luis le saluda y sonríe. Todo ha salido bien.


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